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jueves, 30 de agosto de 2012

El amor


"Cuando el nacimiento de Afrodita, hubo entre los dioses un gran festín, en el que se encontraba, entre otros, Poros hijo de Metis. Después de la comida, Penía se puso a la puerta, para mendigar algunos desperdicios. En este momento, Poros, embriagado con el néctar (porque aún no existía el vino), salió de la sala, y entró en el jardín de Zeus, donde el sueño no tardó en cerrar sus cargados ojos. Entonces, Penía, estrechada por su estado de penuria, se propuso tener un hijo de Poros. Fue a acostarse con él, y se hizo madre de Eros (el Amor). Por esta razón Eros se hizo el compañero y servidor de Afrodita, porque fue concebido el mismo día en que ella nació; además de que Eros ama naturalmente la belleza y Afrodita es bella. Y ahora, como hijo de Poros y de Penía,  he aquí cuál fue su herencia. Por una parte es siempre pobre, y lejos de ser bello y delicado, como se cree generalmente, es flaco, desaseado, sin calzado, sin domicilio, sin más lecho que la tierra, sin tener con qué cubrirse, durmiendo a la interperie, junto a las puertas o en las calles; en fin, lo mismo que su madre, está siempre peleando con la miseria. Pero, por otra parte, según el natural de su padre, siempre está a la pista de lo que es bello y bueno, es varonil, atrevido, perseverante, cazador hábil; ansioso de saber, siempre maquinando algún artificio, aprendiendo con facilidad, filosofando sin cesar; encantador, mágico, sofista. Por naturaleza no es ni mortal ni inmortal, pero en un mismo día aparece floreciente y lleno de vida, mientras está, en la abundancia, y después se extingue para volver a revivir, a causa de la naturaleza paterna. Todo lo que adquiere lo disipa sin cesar, de suerte que nunca es rico ni pobre. Ocupa un término medio entre la sabiduría y la ignorancia, porque ningún dios filosofa, ni desea hacerse sabio, puesto que la sabiduría es aneja a la naturaleza divina, y en general el que es sabio no filosofa. Lo mismo sucede con los ignorantes; ninguno de ellos filosofa, ni desea hacerse sabio, porque la ignorancia produce precisamente el pésimo efecto de persuadir a los que no son bellos, ni buenos, ni sabios, de que poseen estas cualidades; porque ninguno desea las cosas de que se cree provisto". (Platón, El Banquete).

 

miércoles, 22 de agosto de 2012

España plural


Pensamiento crítico
¿Cuáles son la bandera y el himno españoles?

20 ago 2012        
A raíz de las declaraciones a un rotativo catalán, ARA, del deportista catalán Àlex Fàbregas, participante en las Olimpiadas de Londres, en las que declaraba que no sentía el himno nacional español, ni tampoco, consecuentemente, la bandera nacional española, como suyos, y sí en cambio sentía la bandera catalana, La Senyera, y el himno catalán, els Segadors como suyos, se movilizaron las predecibles voces insultantes en las que todo tipo de epítetos se dirigieron a tal deportista y a sus defensores.

Tal reacción muestra, una vez más, la escasísima cultura democrática que existe en algunos círculos nacionalistas españoles que han expresado siempre gran hostilidad hacia cualquier proyecto que difiera del suyo. En vez de establecer un diálogo, la respuesta es siempre la misma. El insulto tanto verbal como físico, incluido el militar. No en vano, la Constitución española atribuye a las Fuerzas Armadas la garantía de lo que llaman la Unidad de España, artículo de la Constitución que entra en claro conflicto con el principio democrático de que la soberanía radica en la ciudadanía. Por lo visto, bajo esta Constitución, si el pueblo catalán decidiera separarse de España, ello sería impedido por el Ejército, aun cuando el resto de la población española así lo aceptara. En realidad, en tal Constitución no existe espacio para considerar tal posibilidad. En otros países en los que he vivido por muchos años durante mi largo exilio, tal posibilidad sí que existe. Así, en EEUU, el Estado de Texas tiene la potestad, si así lo desea, de separarse de EEUU, posibilidad que, por cierto, muchos estadounidenses de persuasión progresista favorecerían debido a las posturas profundamente conservadoras que tal Estado suele sostener y promover. En otro país donde viví muchos años, Suecia, se vivió a principios del siglo XX, en 1905, una separación de parte de su territorio, Noruega, sin que hubiera conflicto alguno. Un acuerdo sin más respondiendo al deseo de Noruega y aceptado por Suecia.

En España, el enorme y asfixiante centralismo del nacionalismo español, más presente en las fuerzas conservadoras que en las progresistas (aun cuando estas últimas comparten frecuentemente elementos importantes de este centralismo que caracteriza el nacionalismo español), ha siempre respondido con hostilidad y agresión (incluida la militar) a todo intento de redefinir tal Estado, aceptando la descentralización (el llamado Estado de las autonomías) precisamente para no reconocer la plurinacionalidad del Estado español. Es ese nacionalismo español el que también ha mostrado la Transición española de la dictadura a la democracia como módelica, presentando la Constitución como un documento ejemplar que era mejor no cambiar (excepto en nocturnidad y alevosía para obedecer el dictado del gobierno alemán en aprobar el pacto fiscal).

Las consecuencias de la Transición Inmodélica

Como he escrito en varias ocasiones, la Transición dejó mucho de ser modélica (ver mi libro Bienestar insuficiente, Democracia incompleta. De lo que no se habla en nuestro país). Se hizo en términos muy favorables a las fuerzas conservadoras que controlaban el Estado español. Había un enorme desequilibrio entre las fuerzas políticas que se sentaron en la mesa para diseñar tal Transición. Por un lado, las conservadoras, herederas de la dictadura, que continuaban teniendo un gran poder, controlando, además del Estado, la mayoría de medios de información y persuasión, mientras que las izquierdas, que lideraban las fuerzas democráticas, acababan de salir de la prisión o de volver del exilio. Ni que decir tiene que las movilizaciones obreras jugaron un papel esencial en finalizar aquella horrible y sangrienta dictadura. Pero los partidos políticos de izquierda que se sentaron en la mesa, tenían muy poco poder. Ello dio como resultado una Transición y una Constitución inmodélicas. El sistema democrático al cual dio lugar, fue muy limitado, produciendo un bienestar muy insuficiente. Lo que está pasando con las víctimas de lo que se llama en España “el franquismo” (que debería llamarse fascismo) es un claro ejemplo de ello. Una juez de Argentina tendrá que proteger sus derechos –respondiendo al Derecho internacional- debido a que los que tenían que haberlo hecho en España no lo hicieron. Y, España continua siendo el país con el gasto público social por habitante más bajo de la UE.

En tal Constitución aparece la bandera borbónica como la bandera española, y la Marcha Real como himno nacional, frente al cual los súbditos tienen que cuadrarse en silencio. Tales símbolos definen bien la España de la Transición. Pero para millones de españoles –que perdieron la mal llamada Guerra Civil (que fue un golpe militar fascista frente a un sistema democrático) y sus sucesores, herederos que luchamos durante la dictadura por la democracia-, ni la bandera ni el himno son los nuestros. Lo es por ley, pero no lo sentimos nuestro. En realidad, aquel himno fue el himno de los golpistas, y la bandera borbónica (con cambios mínimos) fue la que los golpistas enarbolaron en su victoria en aquella rebelión antidemocrática (que no hubiera ocurrido sin la ayuda militar de Hitler y Mussolini). Este rechazo es muy acentuado en Cataluña (cuya cultura fue brutalmente reprimida por los golpistas) y no solo entre los independentistas (cuyo proyecto no comparto pero respeto) sino entre gran parte de la población.

La bandera republicana

Mi bandera española (tan querida como La Senyera), es la bandera por la cual mis padres y su generación lucharon (perdiendo una guerra) y es la bandera que las fuerzas democráticas, también en Catalunya, defendimos durante la dictadura. La bandera republicana, que, por cierto, me alegra ver que aparece cada vez más en las manifestaciones de protesta que están ocurriendo en nuestro país. Esta bandera liga las demandas presentes de un mundo mejor con nuestras luchas y las de nuestros antepasados para establecer otra España, la España de los distintos pueblos y naciones de España, frente a esta España del establishment, cuyas políticas están causando un enorme dolor sin que tengan ningún mandato popular para llevarlas a cabo pues nunca estuvieron en sus ofertas electorales. En esta España, que un número creciente sentimos que no es la nuestra, hemos visto el intento desesperado de tal establishment liderado por la Monarquía, de utilizar los Juegos Olímpicos, para movilizar el sentimiento de apoyo a la Marcha Real y a la bandera borbónica, presentándolas como las españolas (porque así lo dice la Constitución), con la presencia activa de la Familia Real para conseguir crédito político de las merecidas victorias de los deportistas españoles. Todo ello como indicador de la necesidad que tal establishment siente de legitimar su poder que está perdiendo apoyo popular rápidamente.

Mientras todo ello ocurre, en España está prohibida la exhibición, incluso en las competiciones deportivas, de la bandera española que mejor representa la España democrática, ansiosa de libertad y solidaridad, por la cual millones de españoles lucharon, siendo fusilados, encarcelados, torturados y/o exilados por ello. A la vez que la Familia Real intentaba oportunísticamente promover su imagen en los Juegos Olímpicos, apareciendo siempre en los medios de información junto a los equipos españoles vencedores, en Alicante, días después, un ciudadano era sancionado en el estadio donde se jugaba el partido de balonmano entre la selección española y la argelina, por querer mostrar su apoyo al equipo español enarbolando la bandera española republicana. El gobierno español justificó tal sanción bajo el argumento que tal gesto “incitaba a la violencia” (Público, 16.08.12). Ello muestra, no solo el nivel de intolerancia antidemocrática de las derechas en España sino su enorme temor e inseguridad, conscientes de que hay la otra España que derrotaron que, no solo continúa existiendo, sino que está creciendo.

La necesidad de recuperar nuestra bandera y nuestra cultura republicana

Se me dirá que estoy despertando sentimientos que estarían mejor guardados a fin de facilitar la convivencia. Pero los que utilizan tal argumentación ignoran que el lado vencedor nunca adoptó ninguna medida conciliadora, que exigiría un cambio radical en su comportamiento con los vencidos. El caso citado de las víctimas de la dictadura es un ejemplo bochornoso de ello. Reconciliarse con esta actitud es olvidar nuestro pasado, que es lo que la izquierda nunca debería haber hecho. Fueron primordialmente las izquierdas las que lucharon por la democracia y fueron primordialmente las derechas  las que primordialmente la destruyeron, como ahora están destruyendo los pocos derechos sociales y laborales que se habían conseguido en el periodo democrático.

Una última nota. Es muy importante que en las manifestaciones de protesta luchando por otra España, la España auténticamente democrática, se recupere esta memoria, entre otras razones, para que la juventud sepa que son continuadores de otras generaciones que lucharon y a veces vencieron. Y parte de ello es no solo recuperar la bandera republicana, sino la cultura democrática que caracterizó a las izquierdas, incluyendo las canciones de resistencia antifascista. Sorprende que la multitud no cante en las movilizaciones de protesta en España, una situación que es casi única a los dos lados del Atlántico donde he vivido. En Italia y en Francia, las canciones de la resistencia antifascista aparecen una y otra vez en las manifestaciones. Y en EEEUU, los cantos de los movimientos sociales de protesta son la norma, cantándose con frecuencia lo que es, en la práctica, el himno de las izquierda americano, This Land is your Land. En España, tenemos muchas canciones que millones de voces cantaron en el pasado, incluso en condiciones de clandestinidad y en su lucha por la democracia, canciones que también se están olvidando como parte de este olvido histórico que las izquierdas han practicado. Reforzarían las posibilidades de tener un futuro, si tales canciones y tal cultura estuvieran también ahora presentes en tales manifestaciones que exigen –con razón- otra España.

domingo, 19 de agosto de 2012

En los albores del siglo XX


Un grupo de jóvenes deseosos de liberación, con voluntad de universalidad, anhelantes de una superior vida intelectual se han reunido en Florencia bajo el simbólico nombre augural de Leonardo para intensificar la propia existencia, elevar el pensamiento, y exaltar el arte.
En la VIDA son paganos e individualistas -amantes de la belleza y de la inteligencia, adoradores de la naturaleza profunda y de la vida plena, enemigos de cualquier forma de gregarismo nazareno y de servilismo plebeyo.
En el PENSAMIENTO son personalistas e idealistas, esto es, superiores a todo sistema y a todo límite, convencidos que toda filosofía no es más que un personal modo de vida -negadores de toda otra existencia fuera del pensamiento.
En el ARTE aman la transfiguración ideal de la vida y combaten la formas inferiores, aspiran a la belleza como sugestiva figuración y revelación de una vida profunda y serena.
Entre las expresiones de su fuerza, de sus entusiasmos y de sus desdeños aparecerá una revista titulada ‘LEONARDO’. (Leonardo, Florencia, 1903, nº1, p.1).
Bajo la advocación de Leonardo da Vinci se fundó en Florencia, a principios de siglo, una revista titulada ‘Leonardo’ órgano de expresión de un grupo de jóvenes intelectuales que sería germen de los más representativos movimientos filosóficos y culturales italianos del presente siglo.
La elección del nombre de la revista augura sus pretensiones: la figura de Leonardo representa la síntesis de la máxima manifestación del espíritu humano, tanto en el arte como en la ciencia y la técnica. Simboliza la cima de la inteligencia omnicomprensiva y la más acabada expresión del humanismo renacentista.
Que la fundación de este grupo tuviera lugar en la ciudad de Florencia no debe tomarse como un hecho casual. Florencia como simbiosis fecunda de arte y naturaleza, es testimonio vivo de la meta que puede alcanzar el espíritu. Y la ocre luminosidad de Toscana que la cubre, resaltando colores y contrastes sin herir, sin estridencias, refleja armónicamente la serenidad de la vida que los leonardianos buscaban en el arte entendido como sugestiva manifestación de la belleza.
En este marco se plasmó un grupo de intelectuales -pensadores, filósofos y escritores- de diversas tendencias pero todos deseosos de desarrollar una vida intelectual que supusiera la superación de la mediocridad y el estancamiento en el que se encontraba la inteligencia a principios de siglo por influencia del positivismo, expresión del capitalismo masificador y empobrecedor de las conciencias.
De ahí su vocación de oponerse a todo tipo de gregarismo (‘pecorismo’) y servilismo para con el sistema representado, según ellos por un determinado tipo de socialismo - "el egoísmo de los débiles que se amontonan entre ellos para ser fuertes". Según Papini, esta ideología presenta una pobre propuesta intelectual y, en algunos casos, recupera las formas más trilladas y vulgares del positivismo.
Los leonardianos se consideran individualistas, en tanto el individuo, el yo, es el lugar de fundación del saber y el conocimiento. También son idealistas. Entendido esto en un doble sentido. En una primera acepción, de uso más corriente, en tanto buscan fundamentalmente el desarrollo del espíritu en pos de metas que trascienden la mera subsistencia material. En una segunda acepción, en tanto consideran que no hay más realidad que la que se funda en el individuo. Pero entendiendo a éste como vida. El mundo, la realidad, es lo constituido por la conciencia. No hay ninguna existencia fuera del pensamiento.
Rechazan una religiosidad sobrenatural y por supuesto, confesional, asumiendo el paganismo como la forma más natural de religiosidad acorde con nuestra tradición. El paganismo ofrece al hombre un horizonte de plena actualización de sus potencialidades -tan bien representadas por Leonardo, como individuo y por Florencia como sublimado contexto: ¿al fin y al cabo, qué otra divinidad puede concebirse más allá del hombre mismo? Pero no el hombre como género ni como sociedad, sino el individuo: cada uno de nosotros es, en cierto modo, divino: un dios -aunque un dios caído; pero que puede levantarse, encaminándose hacia el futuro del triunfo del espíritu -la inteligencia y los sentimientos.
Este grupo de jóvenes intelectuales, que protagonizaron ásperos combates en una dura guerra contra la filosofía académica a la que acusaban de ‘gélido intelectualismo’ y ‘erudición muerta y vacía’, aglutinaba a personas que sustentaban posturas teóricas y prácticas de signos muy diversos, en un fecundo eclecticismo creativo.
Giovanni Papini fue (junto con Prezzolini) el fundador de la revista Leonardo con el propósito de ocuparse de la crisis marcada por los graves problemas de la estética, la historia y la filosofía. Afirmaba que la filosofía debía transformarse en una ‘teoría de la acción’.
El director de la revista fue Giuseppe Prezzolini, que se manifiesta como defensor del arte y el pensamiento, ‘abocado a la conquista de la humanidad en sí mismo, de la vida moral, del deber del esfuerzo y a la total disolución de Dios en el hombre’, apuesta por la regeneración del panorama cultural, filosófico y literario italianos de principios de siglo.
Giovanni Vailati, que cuando aún era un estudiante de dieciséis años lo llamaban sus compañeros ‘el filósofo’, representa el pragmatismo y un cierto neopositivismo y políticamente se alinea con sectores francamente progresistas.
Mario Calderoni, pragmatista, discípulo y amigo de Vailati, comparte con éste sus orientación filosófica y política, adoptando una actitud favorable a la ciencia y desarrollando importantes cuestiones de la filosofía de la ciencia.
Benedetto Croce, afectado en su juventud de una corta ‘crisis’ marxista que llegó, incluso, a ser llamado ‘camarada Croce’ por el líder sindicalista francés Georges Sorel y luego sería un duro crítico del marxismo, representa al liberalismo. Crítico asimismo del fascismo ‘una mezcla incoherente y ridícula de autoritarismo y demagogia’ representa al historicismo idealista de neta y decisiva influencia en la filosofía italiana del presente siglo.
Italia es uno de los países de Europa de más fecundo desarrollo de la filosofía en el siglo XX, sin embargo a pesar de la aparente cercanía con España es la gran desconocida en nuestro país, tan falto en la hora actual de una reflexión análoga a la que realizaron los leonardianos en defensa de un pensamiento que radique en la existencia de un hombre libre, que huya de la mediocridad de una ideología imperante que aliena las conciencias. Debemos apostar claramente por la filosofía y la cultura clásica como modo de no perder nuestros signos de identidad en la construcción de la nueva europa unida.