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viernes, 28 de marzo de 2014

Crítica de la Razón Pura

La grabación que aquí publico corresponde a una misma lección (con poco más de una hora de duración). Pero hay que tener en cuenta que la calidad de la imagen y de la voz varía a lo largo de la misma.
En los primeros 25 minutos he copiado la grabación que incluye la pizarra electrónica, ya que ahí he construido el esquema del cual me he servido para mis explicaciones. 
Si se tiene paciencia, una vez transcurridos estos minutos, os encontraréis la grabación con la calidad habitual (la máxima que permite este medio de comunicación).
Si no hubiera elegido esta solución no se habría podido ver el esquema y creo que la exposición se hubiera resentido al resultar menos clara.
Espero que este esquemático análisis de la KRV (por limitaciones de tiempo y programación es imposible hacerlo de otra manera) os resulta útil.

Sobre la Crítica de la Razón Pura de Kant.

jueves, 27 de marzo de 2014

Caminos en el bosque (por Mónica Santamaría)

¡Por fin paso al tema tres!
Los claroscuros de la existencia humana... Pero me encanta la introducción que nos hace pensar más en "los claros", y así desde esos "claros" tienen sentido "los oscuros".
Me viene ahora la imagen del bosque, con sus también "claroscuros". A veces hace más frío, y una agradece el rayo de sol que llega desde lo alto. (Por cierto, si alguna vez vais a Cantabria, hay un bosque de sequoyas precioso en un pueblo que se llama Cabezón de la Sal). Otras veces nos alegramos de los claros, que nos regala el bosque. Y los árboles también nos protegen del extremado sol y de la desertización.
Me alegra que se hable más de los claros, en este capítulo. De la felicidad como sentido de la vida. De la felicidad como una casi obligación o deber ético. Si una/o es feliz, va a hacer bien a su alrededor. Si no, es mucho más difícil.
Me gusta la idea de felicidad como fotos de instantes cotidianos, sencillos. Y me parece de lo más interesante, porque es una herramienta o técnica que se utiliza en Inteligencia Emocional para cultivar aquellos sentimientos que una/o quiere cultivar.
Si decides que es la felicidad, te vas fijando en tu vida cotidiana, te sientes feliz, haces una foto en tu cabeza del momento (quién estaba, dónde, qué se oía, cómo te sentías, etc) y las vas guardando en alguna parte de tu cuerpo, o escribiéndolas en un cuadernito. Cuando no estás tan feliz, puedes recordar y evocar esos momentos, trayendo ese sentimiento, y además da muchas pistas, cuando tienes muchas escenas, de qué cosas en concreto a cada uno/a nos hacen felices. Yo lo estuve trabajando día a día durante seis meses, ( la felicidad fue el sentimiento que elegí cultivar en mi vida en esos momentos, pero puede ser cualquier otro, serenidad, ternura, valentía, etc.) y me dio muchas pistas. Aparte de que efectivamente estaba cultivando desde la semillita mi propia felicidad, que hoy ya anda más crecida.
También estoy de acuerdo en que la felicidad no es algo individual, que pasa por el bienestar y por la felicidad de otros/as, y mientras haya cualquier tipo de opresión, explotación o abuso no va a ser posible. Creo que ponerse en camino para luchar contra todo esto da mucha felicidad.
                                                       
                                                                               Mónica Santamaría



Valoración de nuestra reunión del 8 de marzo pasado.


En una bella composición Francisco sintetiza nuestra reunión del pasado 8 de marzo.

http://grupofilosofiayterapia.blogspot.com.es/

lunes, 24 de marzo de 2014

El amor según E. Fromm (un clásico)

¿ES EL AMOR UN ARTE?
Quien no conoce nada, no ama nada. Quien no puede hacer nada, no comprende nada. Quien nada comprende, nada vale. Pero quien comprende también ama, observa, ve... Cuanto mayor es el conocimiento inherente a una cosa, más grande es el amor... Quien cree que todas las frutas maduran al mismo tiempo que las fresas nada sabe acerca de las uvas. (PARACELSO).
¿Es el amor un arte? En tal caso, requiere conocimiento y esfuerzo. ¿O es el amor una sensación placentera, cuya experiencia es una cuestión de azar, algo con lo que uno "tropieza" si tiene suerte?
Suponer que no hay nada que aprender sobre el amor, radica en la confusión entre la experiencia inicial del "enamorarse" y la situación permanente de estar enamorado, o, mejor dicho, de "permanecer" enamorado. Si dos personas que son desconocidas la una para la otra, como lo somos todos, dejan caer de pronto la barrera que las separa, y se sienten cercanas, se sienten uno, ese momento de unidad constituye uno de los más estimulantes y excitantes de la vida. Ese milagro de súbita intimidad suele verse facilitado si se combina o inicia con la atracción sexual y su consumación. Sin embargo, tal tipo de amor es, por su misma naturaleza, poco duradero. Las dos personas llegan a conocerse bien, su intimidad pierde cada vez más su carácter milagroso, hasta que su antagonismo, sus desilusiones, su aburrimiento mutuo, terminan por matar lo que pueda quedar de la excitación inicial. No obstante, al comienzo no saben todo esto: en realidad, consideran la intensidad del apasionamiento, ese estar "locos" el uno por el otro, como una prueba de la intensidad de su amor, cuando sólo muestra el grado de su soledad anterior.
Esa actitud -que no hay nada más fácil que amar- sigue siendo la idea prevaleciente sobre el amor, a pesar de las abrumadoras pruebas-de lo contrario. Prácticamente no existe ninguna otra actividad o empresa que se inicie con tan tremendas esperanzas y expectaciones, y que, no obstante, fracase tan a menudo como el amor. Si ello ocurriera con cualquier otra actividad, la gente estaría ansiosa por conocer los motivos del fracaso y por corregir sus errores -o renunciaría a la actividad-. Puesto que lo último es imposible en el caso del amor, sólo parece haber una forma adecuada de superar el fracaso del amor, y es examinar las causas de tal fracaso y estudiar el significado del amor.
El primer paso a dar es tomar conciencia de que el amor es un arte, tal como es un arte el vivir. Si deseamos aprender a amar debemos proceder en la misma forma en que lo haríamos si quisiéramos aprender cualquier otro arte. (Erich Fromm, El arte de amar).

jueves, 13 de marzo de 2014

La filosofía como servicio a las personas: Comentario. (Por Mónica Santamaría)

Mónica Santamaría, participante en el curso "La Filosofía como Terapia" publicó en el foro del mismo el siguiente comentario que me autoriza a compartir aquí:

Estuve buscando algo sobre la vida de Campanella, pues me impactó su texto sobre "En busca de la libertad perdida", que escribe en prisión.
Tomasso Campanella fue un filósofo y poeta italiano. Era dominico. Y se puso a estudiar diferentes temas sobre el conocimiento de aquella época que le interesaron. Fue acusado de hereje y estuvo preso, creo que un tiempo. Posteriormente se puso a luchar contra la invasión española en Calabria, y fue nuevamente preso por hereje y levantisco. Ahí ya sí estuvo muchos años en prisión. Imagino que en condiciones horrorosas. Al principio cuando leí el texto me pareció que se humillaba mucho ante sus superiores eclesiásticos, pero en realidad les está dando una lección. Les  viene a decir que si son como dioses, cómo es que no se compadecen de un pobre siervo, ya que su Dios sí es compasivo.
Me parece fundamental saber de la vida y las condiciones históricas y sociales en que habla, escribe y piensa cada filósofo/a. Su devenir cotidiano.
De Heidegger me atrajo la relación de la angustia con el vacío y la Nada. De pronto me acuerdo de "La Historia Interminable" de Michael Ende. La fantasía estaba siendo comida por la nada. Y la Nada es la Nada. El vacío más absoluto, la vida sin ningún sentido. La angustia, desde la psicología, pudiera relacionarse con el miedo, quizás. El miedo y el amor siempre han sido contrapuestos.
Y recojo la reflexión de Sartre de que es imposible no existir existiendo. La vida siempre está, aunque nos pese o no nos guste.

martes, 11 de marzo de 2014

Una terapia para cuerdos (Por Guillermo Marcaro Llinas)

Esta intervención no pretende más que compartir un comentario personal a la exposición núm. 1 de la guía del curso.
En primer lugar decir que pienso que efectivamente, la filosofía puede ser un medio para ayudarnos a vivir mejor. Es decir, el conocimiento filosófico puede ser utilizado como terapia para conseguir una vida más feliz.
Y es que todos estaremos de acuerdo en que la filosofía de vida que cada uno tenga puede ayudar a afrontar mejor las diferentes situaciones en la vida que nos podemos encontrar, o por el contrario, puede ser un obstáculo más que impida superarlas con satisfacción.
Me refiero a que cada persona reaccionará de forma diferente cuando se tropiece en su vida con un divorcio por ejemplo, o con una muerte de un ser querido, o con las malas notas de un hijo o con una infidelidad de su cónyuge. Esa reacción diferente dependerá de la concepción del mundo y de la vida que tenga el sujeto. Pues bien, aquí entra la filosofía como terapia, que deberá servir para modular esa visión de la vida para conseguir que esos obstáculos se lleguen a superar de la mejor manera posible.
Así, ser filósofo consistirá en encontrar los mecanismos para conseguir resolver esos problemas de forma satisfactoria, que nos haga más fácil la existencia y nos ayude, en definitiva, a ser más felices.
Por eso la filosofía debe ser propia de cada uno, porque la existencia, la vida, es propia de cada persona. Así el filosofo terapeuta lo que debe pretender es ayudar a la gente a conseguir una filosofía propia que le ayude a vivir mejor, a conseguir afrontar los problemas de la mejor forma posible, pero en ningún caso, imponiendo dogmas y formas de pensar, sino precisamente ayudar a crear un pensamiento propio, una filosofía propia superadora (y no creadora) de problemas.
Para esta labor nos podemos ayudar de lo que han dicho de los grandes pensadores, los filósofos ilustres, pero también de la sabiduría de la experiencia propia.
Por ello y con esta finalidad terapéutica, la filosofía adquiriría una vertiente práctica y útil, ayudando a comprender mejor el mundo que nos rodea y orientando nuestra manera de ver nuestra vida para sufrir menos y acercarnos más a la felicidad.
En esta filosofía práctica de carácter terapéutico, el diálogo juega un papel esencial, que se convertirá en el medio principal para hacer de la filosofía una terapia vital positiva, porque, precisamente mediante el diálogo, se compartirá y comunicará esa terapia.
Por último, decir que la filosofía, entendida como terapia, no tiene nada que ver con las terapias derivadas de la psiquiatría o de la psicología, que son terapias pensadas para gente "enferma" y para gente con problemas mentales, con todos los respetos obviamente para estas personas. En cambio la terapia filosófica es una "terapia para cuerdos", para gente sana. Por ello todas las personas pueden someterse a terapia filosófica porque lo que pretende es simplemente mejorar la vida, ayudando a crear un pensamiento propio positivo de vida. 

                                                                             Guillermo Mascaro Llinas

domingo, 9 de marzo de 2014

Sesión del 8 de marzo del Curso de la UNED "La Filosofía como Terapia"

Ayer sábado, nos reunimos en la sede de la UNED en la Ciudad Universitaria de Madrid celebrando la primera sesión de este curso.
Esta vez contamos con la participación de Moisés González, de alumnos actuales y de cursos anteriores, procedentes de Londres, Barcelona, Zaragoza, Puertollano (Ciudad Real) y Madrid.
La reunión tuvo dos partes: primeramente el Prof. Eduardo Agüero Mackern introdujo la jornada explicando en qué consiste la filosofía como terapia y a continuación los alumnos presentaron sus propuestas de trabajo de profundización y las líneas fundamentales de estas.
En la segunda parte, el Prof. Moisés González García intervino comparando sendos textos de Erasmo y de Maquiavelo, con los que ilustró acerca de las posturas opuestas de estos dos pensadores respecto de la condición humana, lo que motivó un interesante debate entre todos los asistentes.
El encuentro culminó con una comida seguida de una dilatada sobremesa que fue muy propicia para continuar con el intercambio de ideas y el diálogo en relación con los diversos temas que habían surgido durante la mañana: la bondad o maldad natural del hombre, el poder político, la enfermedad y la muerte, la sociedad del bienestar y la crisis económica, el amor, la mujer, entre otros.



Intervención del Prof. Moisés González


 Roberto, Francisco, Sofía

 Javier, Arantxa, Rocío, Yaneyre




 Sofía, Matilde, Eduardo, Mónica
Sofía, Arantxa, Javier, Mónica, Alex, Eduardo

Yaneyre, Matilde, Roberto, Moisés, Rocío, Sofía, Javier, Arantxa, Alex, Eduardo y Francisco (debajo)

viernes, 7 de marzo de 2014

¿En qué consiste la filosofía como terapia?

Estoy convencido de que la filosofía puede ayudarnos a vivir mejor. El método que aquí propongo requiere que cada uno de nosotros ejerza de filósofo y encuentre respuestas y salidas que ningún manual puede proporcionar. Ser filósofo no consiste en el mero formular teorías, sino en intentar resolver los problemas reales de la vida.

Parto del hecho de que todos tenemos una filosofía de la vida. Comprender nuestra propia filosofía puede ayudarnos a abordar y resolver los problemas que se nos presentan día a día, incluso, a evitarlos. Hay que tener en cuenta que, a veces, nuestra propia filosofía puede estar en  el origen de muchos de estos problemas.  Es así como en algunos casos puede resultar conveniente cambiar nuestra filosofía y conseguir de este modo que obre en nuestro favor y no en nuestra contra. 

La filosofía es algo personal, todos somos filósofos. Considero que para la práctica de la filosofía - en principio -  no es necesario partir de conocimientos previos, aunque es importante aprender de las fuentes para poder incorporar a nuestra filosofía personal lo que nos enseñan los textos y de este modo poder pensar por cuenta propia.

La filosofía nació en Grecia como ciencia (epistéme) pero también y de un  modo fundamental, como escuela de vida. La filosofía en sus comienzos no era una disciplina académica como lo es, casi exclusivamente, en la actualidad. Para superar este “academicismo”, el filósofo - si verdaderamente quiere actuar como tal - debe abandonar los claustros y salir a la calle. La filosofía entendida de este modo debe ayudar a las personas a comprender los problemas a los que se enfrentan. A diferencia de algunas técnicas psicoterapéuticas, la filosofía misma constituye una especie de terapia para “cuerdos”. Debemos desechar la idea de que todos los problemas personales son enfermedades.

El interrogante fundamental del hombre y por ende, de la filosofía es aquel que interroga por el sentido de nuestra existencia. Es un interrogante vital en cuya solución nos jugamos nuestra propia vida como personas (apuntamos a la cuestión de la felicidad). Pero no siempre es fácil que surjan en nosotros estos interrogantes, algunas veces es necesario haber experimentado las que llamamos “situaciones-límite”.

El sentido de la existencia humana viene determinado por la búsqueda de la felicidad. Y nuestra vida tendrá mayor o menor sentido en función de las cotas de felicidad alcanzadas. Nuestra felicidad la construimos (o la destruimos) nosotros mismos, a partir de “momentos de felicidad”. La felicidad no consiste en poseer (a alguien, algo material, un determinado status social o económico), ni en creer que se puede llegar a una felicidad completa y permanente. La felicidad está en uno mismo y no en las circunstancias. Debemos poseer la mitad más uno de las “acciones” de nuestra vida, ya que si la mayoría de ellas las tienen las circunstancias, seremos muy infelices porque no seremos libres. Para ser feliz es imprescindible valorar lo que uno tiene y no sentirse desdichado por lo que no se tiene. En una buena medida ser felices es “sentirnos felices”. Es un estado de ánimo subjetivo.

Uno de los obstáculos para alcanzar la felicidad es el miedo a la soledad, causa importante de dolor e infelicidad. El miedo a la soledad todo lo distorsiona y nos lleva a buscar a alguien como a una tabla de salvación y no como a un “otro” a quien libremente elijo para construir un determinado proyecto. La apertura al otro en el sentimiento del amor es lo único que puede mitigar el vértigo de la individualidad. Además, la felicidad individual es imposible si no es en el seno de una sociedad de hombres libres. No se puede ser feliz en una sociedad de hombres infelices a causa de la opresión, la explotación y la pobreza.

Podemos constatar que una de las consecuencias más graves de la actual crisis económica es nuestra pérdida de libertad, lo que nos hace comportarnos en el mundo laboral con una actitud de una cierta sumisión voluntaria. Renunciamos a luchar por nuestros derechos porque el miedo se instala en la conciencia del trabajador y esta circunstancia agrava la situación. Vivimos en la sociedad del miedo. Miedo a la crisis económica, miedo al paro, miedo al cambio climático, miedo a la enfermedad, miedo a la soledad, miedo a la recesión económica, miedo a la muerte…

Quizás ha llegado el momento de reinventarnos, de cambiar de filosofía, de cambiar de vida. Una crisis es en realidad una periodo de cambio y todo cambio abre un amplio abanico de posibilidades. Hay quienes piensan que en realidad más que en una crisis nos encontramos en un cambio de ciclo, tanto en la economía mundial como en las estructuras sociales, cuya causa principal debemos buscarla en el propio sistema económico internacional imperante que se destruye a sí mismo.

El sentido de la búsqueda podemos encontrarlo en el camino de la esperanza. Lo que implica tender hacia metas posibles y a partir de ahí luchar por ellas. La esperanza como sentimiento personal tiene mucho que ver con los sentimientos de autoestima y confianza en uno mismo. De ahí la importancia de fijarse metas posibles. Porque de este modo cosecharemos resultados que a su vez aumentarán más nuestra autoestima. Plantearse metas imposibles nos aboca al fracaso. Y plantearse continuamente este tipo de metas nos llevaría a la frustración continua o, incluso, a la desolación. De ahí la importancia de realizar una crítica de nuestra propia filosofía personal y a partir de ahí construir una filosofía de la esperanza que nos oriente en la consecución de nuestras metas y nos permita perseguir fines posibles y realizables. Y en esto consiste, ni más ni menos, el camino de la felicidad.

Descartes: la duda metódica, el "cogito", Dios.


Comentario a la IV parte del Discurso del Método.

domingo, 2 de marzo de 2014

Sobre la Teología de la Liberación


Acto de entrega del Doctorado Honoris Causa por la Universidad Católica de Córdoba al Padre Gustavo Gutiérrez Merino (Lima, 1928. Fundador de la Teología de la Liberación). 

Gustavo Gutiérrez: "Los mismos pobres tienen que ser los agentes de su liberación".