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sábado, 2 de agosto de 2014

Vivir sabiamente

La filosofía quiere que nos aclaremos recurriendo a nuestras propias fuerzas, con la simple ayuda de la razón, utilizándola con audacia y firmeza. La duda es el primer paso para alejarse de la tutela divina.
Una de las cuestiones centrales de la filosofía es la reflexión sobre la finitud humana, sobre qué debemos hacer en el tiempo limitado de nuestra vida. Inevitablemente, quizás con ocasión de una ruptura o de un suceso brutal, acabamos preguntándonos que deberíamos hacer con toda nuestra vida.
Ser sabio supone simplemente vivir sabiamente feliz y libre en la medida de lo posible, tras vencer los miedos que surgen en nuestra vida.
Debemos conocer el mundo que nos rodea para poder encontrar nuestro lugar en él, para aprender a vivir e inscribir en él nuestras acciones: he aquí la primera tarea de la filosofía.
Hay que saber ir más allá de las impresiones inmediatas y no quedarse con el punto de vista ordinario que adopta la gente incapaz de reflexionar.
Si nos limitamos a ver solo nuestro rincón del mundo, no veremos la belleza del conjunto. Lo divino según los estoicos es la transcendencia en la inmanencia.
Debemos elevarnos hasta la autentica sabiduría que consiste en perder todo temor ligado a la finitud, a la perspectiva de un tiempo que pasa y a la muerte.
Todo el mundo acaba planteándose un día u otro cuestiones filosóficas y la filosofía puede ayudar a salvarnos, a vender nuestros miedos e inquietudes, no a través de un dios sino por nosotros mismos, son más ayuda que nuestras propias fuerzas simplemente recurriendo a la razón.
Antes de pensar por uno mismo es imprescindible cultivar la humildad de pensar a través de otros, con ellos y gracias a ellos.
Si la filosofía debe culminar en una doctrina de la salvación y si aquello que debemos superar ante todo son los miedos ligados a la finitud, es preciso orientar todos estos ejercicios hacia la supresión de la angustia.
(Reflexiones al hilo de la lectura de L. Ferry)

1 comentario:

  1. Me viene a la cabeza la idea de la esperanza, pero no de una esperanza escatologica que tiene como medio el miedo y como fin la sumisión.

    Hablo de esa otra esperanza secular que, ya libre del dogma que la tenia sometida se nos presenta como la herramienta para librarnos de la pesada carga de la transcendencia y , por el camino , nos ofrece el gozo de la infinitud del momento que pasa.

    No se trata de vivir el momento como simple placer hedonista, sino de vivir cada momento como seres humanos prudentes y partes activas y críticas de lo que acontece.

    La duda , al igual que esa esperanza secular surge del sentimiento de que, el sentido común no es neutro, que los miedos no son ajenos al interés de unos pocos. ¿ quién se beneficia de que exista un infierno , quiénes sufren la certeza totalitaria acerca de la muerte , a quién le interesa que dejes el sentido de tú vida en manos del miedo ?

    La duda es rebelión, la duda es libertad , y en el proceso acontece la catarsis que nos purga de los miedos que creíamos nuestros.

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